“Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:3-5).
Existe una herramienta ponderosa con la que el enemigo te atacará de forma diaria. Es a través de fortalezas en la mente. La mira de Satanás es la de derrotarte en tu mente. Él intentará de hacer esto desde el momento en que te levantes por la mañana. Este es el motivo por el que debemos leer la Palabra de Dios temprano. La Palabra es la verdad de Dios y combate las mentiras del enemigo. Las fortalezas son puertas abiertas por las que el enemigo entra con una mentira potente que normalmente tiene que ver no nuestras personas – quienes somos – y nuestra identidad en Cristo. Necesitamos ver como las fortalezas dañan incluso nuestra vida de oración. Si queremos crecer en oración de Victoria y que libere vida, entonces necesitamos comprender las fortalezas del enemigo.
Puedes pensar, “Quiero tener una vida de oración poderosa.” “Quiero ver victoria en mi vida.” “¿Qué exactamente es una fortaleza?”
Una fortaleza es un pensamiento de derrota que adquiere fuerza a lo largo de nuestras vidas. Todos tenemos fortalezas, y con frecuencia comienzan en los primeros cinco años de nuestras vidas. Las podemos adquirir de nuestros padres, maestros, o de cualquier cosa en nuestro ambiente como puedan ser experiencias traumáticas que han formado nuestros valores y han afectado la forma en la que pensamos y vivimos la vida. Puede ser un pensamiento simple. Piénsalo. ¿Has tenido alguna vez pensamientos como; “Nadie me ama” – “Soy un fracaso” – “Las cosas nunca cambiarán” – “Nunca veré la victoria” – “Todo el mundo me rechaza“ – ”Nunca tendré éxito” – “No hay esperanza para mi situación”? Todos hemos tenido pensamientos como estos, si somos honestos. Son una forma practicada de pensar – son automáticos – No pensamos acerca de aquello en lo que pensamos. Estos pensamientos pueden parecer pequeños, pero ¿lo son en realidad? ¡En absoluto! Hacen estragos en nuestras vidas. Son poderosos para traer derrota, arruinar relaciones, destruir nuestra salud, y derrotar nuestra productividad para Dios. Las fortalezas – si no son tratadas – traerán daño a tu vida y te harán inefectivo/a. afectarán tu vida de oración.
La palabra “fortalezas” en 2 Corintios 10:3-5 significa “hacer firme”. De la misma forma que una fortaleza militar se construye en un lugar firme, Satanás intenta establecer fuertes en nuestras mentes que mantienen cautiva nuestra vida de pensamiento. Estas fortalezas son cualquier creencia en nuestros pensamientos que sean contrarias a la verdad de Dios. Satanás desea evitar que veamos las cosas de la forma que Dios desea que las veamos. Intenta cegar nuestras mentes. Es como si una cortina de humo o una nube oscureciese el aire para que no podamos ver las cosas con claridad. Esto afecta nuestra vida de oración porque nuestra visión espiritual se oscurece, y nuestra fe disminuye. Entonces cuesta orar de forma efectiva. Puede que nos sintamos sin esperanza y que las dificultades nunca van a cambiar. Satanás también intenta oscurecer la mente de los no creyentes para que no puedan ver la luz del evangelio (2 Corintios 4:4).
El apóstol Pablo da tres descripciones de fortalezas en 2 Corintios 10:5. las llama argumentos, altivez y pensamientos que son contrarios al conocimiento de Dios. Argumentos (logismos) están en nuestras mentes a través del razonamiento humano que es contrario a la verdad de Dios. Altivez significa “cosa alta” (hupsoma) y habla acerca del orgullo cuando elevamos nuestro propio razonamiento humano por encima del de Dios. Esto ocurre cuando confiamos en nuestros razonamientos en lugar de en la Palabra de Dios. Pensamientos (noema) se refiere a “propósito” o “designio de la mente”. Cuando a nuestros razonamientos humanos se les permite convertirse en designios que son contrarios a la Palabra de Dios, hemos sido hechos cautivos de los designios de Satanás. De hecho pensamos que sus pensamientos son los nuestros.
Debemos ser conscientes de nuestros pensamientos y razonamientos que son contrarios a la verdad de Dios. Piénsalo. ¿Qué situaciones en tu vida estás tratando de descifrar si mirar a Dios para que te guíe? ¿A qué conclusiones has llegado que son contrarias a la Palabra de Dios? ¿Que designios estás usando para manejar las situaciones de tu vida que son contrarias a los caminos de Dios? Debemos desarrollar un estilo de vida basado en alimentarnos en la Palabra de Dios a diario. Seamos conscientes de que nuestro enemigo es un mentiroso y que su intención siempre es la de destruirnos. Joyce Meyer en su libro “El campo de batalla de la mente” nos pone claro la forma en la que el diablo bombardea estratégicamente nuestras mentes con sus mentiras. Ella dice:
“El Diablo es un mentiroso, Jesús le llamó… el padre de toda mentira y de todo lo que es falso (Juan 8:44). Él nos miente a ti y a mi. Nos dice cosas acerca de nosotros, acerca de otras personas, y acerca de nuestras circunstancias que simplemente no son verdad. No obstante, no nos dice la mentira entera de una sola vez.
él comienza bombardeando nuestra mente con un patrón inteligentemente diseñando de pequeños y continuos pensamientos, sospechas, dudas, temores, preguntas, razonamientos y teorías. Se mueve despacio y con cuidado (después de todo, los planes bien establecidos requieren tiempo). Recuerda, él tiene una estrategia para la batalla. Nos ha estudiado durante mucho tiempo.
él sabe lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Conoce nuestras inseguridades, nuestras debilidades y nuestros temores. Él sabe que es lo que más nos molesta. Él está dispuesto a invertir el tiempo que sea necesario para derrotarnos. Uno de los puntos fuertes del diablo es la paciencia.”
Si queremos crecer en la oración de Victoria, el enemigo luchará con ganas para desalentarnos a través de estas mentiras. Podemos vencerlas al conocer sus métodos. Sus dardos de fuego son fuertes. Él sabe que si puede llegar a nuestros pensamientos, entonces nos puede alcanzar en nuestras acciones y en nuestra vida de oración. Estas fortalezas afectan todas las áreas de nuestras vidas trayendo destrucción, a no ser que aprendamos a traer todo pensamiento cautivo a Cristo y a no escuchar las mentiras del enemigo.
Lo he visto una y otra vez. Enseñamos a las personas acerca de romper fortalezas. Vemos como las personas luchan en su vida de pensamientos con dudas, temores, y pensamientos persistentes. Vemos como han abrazado una mentira y ni siquiera lo saben. Miramos cuando el Espíritu Santo enciende de repente la luz, y las personas ven por primera vez una poderosa fortaleza en sus vidas. Un cuadro de mente de derrota es expuesto de repente como lo que realmente es, una mentira que se han creído año tras año y día tras día. Es maravilloso cuando esta victoria ocurre. Puede cambiar la dirección de nuestras vidas, y con frecuencia lo hace si practicamos el entrenamiento de nuestras mentes para creer la verdad de Dios acerca de nosotros y de nuestro mundo.
Veámoslo más de cerca en una situación de la vida. Toma nota de cómo las fortalezas afectan toda nuestra vida. ¿No es este el motivo de tanta guerra en matrimonios y relaciones? Yo pienso que sí. Las fortalezas se activan las unas a las otras y traen destrucción y confusión. Traen malos entendidos en nuestras relaciones. Afectan el como vemos a Dios y estorban nuestra relación con Él. Nuestro enemigo intenta mantenerlas escondidas y fuera de nuestra vista. Él sabe que si el cuerpo de Cristo comenzase a andar fuera de estas fortalezas y comenzase a creer la verdad, serían imparables para el Reino.
Imagínate este escenario y ponte en el lugar de Juan. Juan, un fotógrafo con una joven familia, está conduciendo por una carretera y ve a un niño en la calle delante de él. Conforme conduce, de repente oye un golpe fuerte y sabe que ha golpeado algo. Su corazón comienza a acelerarse, y el temor lo embarga. Los pensamientos comienzan a correr por su mente, “¡He matado al niño! “¡Me meterán en la cárcel!” “¡Perderé mi profesión!” “¿Que van a hacer mi mujer y mis hijos?” “¡Necesito huir!” Así que pone su pie en el acelerador y sale huyendo del pueblo. Después se va a casa y actúa como si nada hubiera ocurrido.
Pero se ha abierto una puerta para que el enemigo ataque a Juan en su vida de pensamiento.
Durante los siguientes días, meses y años, Juan vive con este temor secreto en su vida. Y parece empeorar con el tiempo. Cada vez que suena la puerta, su corazón se acelera conforme imagina con claridad a un oficial de policía que viene a llevárselo. Se retrae en una esquina de su casa con frecuencia, perdiendo conexión y relación con su esposa e hijos. Ya no se reúne con sus amigos ni llama a nadie por teléfono. Su mente y corazón están preocupados con pensamientos negativos. Sus emociones están hundidas. Con frecuencia se siente deprimido. Su trabajo disminuye en calidad, y tiene fuertes dolores de cabeza. Ya no piensa que Dios le ama y con sentimientos de profunda culpa, tiene miedo de orar.
Pero si Juan hubiese vuelto al lugar en el que oyó el golpe, habría descubierto que solo se trataba de un tronco que había en la carretera. No había atropellado al niño. Pero durante años creyó una mentira que afectó toda su vida – sus relaciones con su familia y amigos, la calidad de su trabajo, su salud, sus emociones, sus amistades, y especialmente su relación con Dios. Todo en su vida fue dañado porque el había creído que había atropellado a un niño. No sabía la verdad. La mentira había invadido cada parte de su vida. Escuchó la mentira, en lugar de investigar la verdad. Con frecuencia abrimos puertas a los ataques del enemigo en nuestras vidas cuando no escuchamos la verdad de la Palabra de Dios. Las fortalezas del enemigo intentan invadir las áreas débiles de nuestras vidas, aquellas en las que no creemos la verdad a nivel del corazón. Llevamos con nosotros mentiras acerca de nosotros mismos, acerca de Dios, y de los demás que no son verdad de acuerdo con la Palabra de Dios. Estas son puertas abiertas al ataque del enemigo.
¿Que puerta abierta tienes en tu vida ahora mismo? ¿Donde estás escuchando al enemigo y no a Dios?
- ¿Piensas que no hay esperanza para tu situación?
- ¿Crees que nunca verás victoria en tus oraciones?
- ¿Piensas que eres un fracaso?
- ¿Piensas que las cosas nunca cambiarán?
Piensa acerca de tu propia vida de pensamientos. Toma un papel, y ponlo cerca de tu cama en un lugar conveniente. Cada vez que tus emociones se vuelvan negativas – desanimado, deprimido, airado, entristecido, etc. – escribe en esa hoja lo que estás pensando. Puede que tengas una larga lista, pero continua hacienda esto durante varios días. Cada vez que tus emociones caigan en un patrón negativo, escribe lo que estás pensando. Por ejemplo, pueden ser pensamientos como estos: “Todo lo hago mal” – “No tiene sentido” – “Soy un perdedor”, etc. Con el tiempo, comenzarás a ver un patrón, y comenzarás a identificar falsas creencias en tus pensamientos que son contrarios a la Palabra de Dios. Comenzarás a entender las fortalezas del enemigo en tu vida. En nuestra próxima enseñanza, estaremos viendo como hacer cautivos los pensamientos. Aprendamos a escuchar a Dios en lugar de al enemigo. Démonos cuenta de que no tenemos porqué permitirle a Satanás sacarnos ventaja porque no desconocemos sus maquinaciones (2 Corintios 2:11). Conocemos la verdad de Dios, ¡y la verdad nos hace libres!
“El pensar acerca de lo que estás pensando es de gran valor porque Satanás normalmente engaña a la gente haciéndoles pensar que la fuente de su miseria o problema es algo que realmente no lo es. Él quiere que ellos piensen que son infelices debido a lo que está ocurriendo a su alrededor (sus circunstancias), pero de hecho, su miseria es debida a no que está ocurriendo en su interior (sus pensamientos).” Joyce Meyer
By Debbie Przybylski
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