“¡Cuan entronada, magnifica, y real es la intercesión de nuestro Señor Jesucristo a la mano derecha de Su Padre en los cielos! Los beneficios de Su intercesión fluyen a nosotros a través de nuestra intercesión. Nuestra intercesión debiera captar por contagio y por necesidad la inspiración y la grandeza del gran trabajo de Cristo a la derecha de Su Padre. Su negocio y Su vida son orar. Nuestro negocio y nuestra vida debe ser orar, y ‘orar sin cesar’ (I Tesalonicenses 5:17).” E. M. Bounds
Cuando se nos acaban las fuerzas y la motivación para orar, es bueno mirar al mayor de todos los intercesores de la historia, el Señor Jesucristo. De hecho, Él siempre está intercediendo por nosotros. Si este es el ministerio en el que Él está involucrado, seguramente podrá ayudarnos a continuar y no rendirnos. Él es nuestro intercesor, y nosotros somos compañeros suyos en la intercesión. Jesús está ahora mismo sentado a la derecha del Padre con poder ilimitado. Él quiere que compartamos con Él el poderoso trabajo de la intercesión. Solo el pensamiento de que Jesús hizo de la oración el mayor de Sus ministerios mientras que estuvo en la tierra y de que ahora mismo Él está orando por nosotros en los cielos, debiera motivarnos y retarnos para echar mano de este grandioso y poderoso ministerio. ¡El poder de los cielos está a nuestra disposición!
Cristo – El Mayor Intercesor sobre la Tierra
“En Su vida sobre la tierra, Cristo comenzó Su trabajo como intercesor. Piensa en una alta oración sacerdotal a favor de Sus discípulos y de todos aquellos que a través de ellos creerían en Su nombre. Piensa en Sus palabras a Pedro, ‘Yo he rogado por ti para que tu fe no falle’ (Lucas 22:32): una prueba de lo intensamente personal que es Su intercesión. Y en la cruz habló como intercesor: ‘Padre perdónalos’ (Lucas 23:34). Ahora que está sentado a la derecha de Dios, Él continúa, como nuestro Gran Sumo Sacerdote, el trabajo de intercesión sin cesar. Pero con esta diferencia: Él le da poder a Su pueblo para que participe en ello. Siete veces en Su discurso de despedida Él repitió la seguridad de que lo que pidieran Él lo haría. El poder de los cielos estaría a su disposición” Andrew Murray
Al mirar la vida temprana de Jesús, hay muchos ejemplos que indican al gran énfasis que Él ponía en la oración y la intercesión. Los siguientes son algunos ejemplos que debieran motivarnos a cada uno de nosotros a una mayor vida de intercesión:
- Él oró antes de comenzar Su ministerio público – Cuando hizo esto, Dios abrió los cielos y le dio poder a Jesús con el Espíritu Santo. De la misma forma, nuestro ministerio público es solo tan poderoso como nuestra vida de oración. Véase Lucas 3:21-22.
- Él enfatizaba la oración en Sus enseñanzas – Él enfatizó la oración en Su Sermón del Monte. Con frecuencia habló acerca de la oración en otras ocasiones. Nosotros también debemos animar a otros a orar. Ver Mateo 6:5-13, Lucas 6:28, 18:1.
- Él entrenó a Sus discípulos para orar – Él tomó a Pedro, Juan y a Santiago consigo y los llevaba a las montañas a orar. Con frecuencia oraba junto con Sus discípulos. Discipular a los demás en la oración es un ministerio vital para cada intercesor. Ver Lucas 9:28-29.
- Él oraba pidiendo dirección – Antes de elegir a los doce discípulos, Jesús pasó la noche en oración. Él buscaba siempre a Dios para dirección y no hacía nada fuera de la voluntad del Padre. Nosotros también recibimos perspectiva divina cuando oramos. Ver Lucas 6 12-13.
- Él oraba en secreto – Con frecuencia Él se apartaba a lugares solitarios para orar. Con frecuencia se levantaba temprano en la mañana para orar. Cuando oramos en secreto, el Padre nos recompensa. Ver Lucas 5:16, Marcos 1:35.
- Él oraba en público – Jesús oró en público en medio de Sus enseñanzas. Él no temía orar en público bajo la dirección del Espíritu Santo. Él oró en público antes de resucitar a Lázaro. Ninguno de nosotros como intercesores debiéramos tener miedo de orar en público o en reuniones de oración. Ver Juan 11:41-42, 12:28b.
“Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores” (Isaías 53:12).
Cristo – El Mayor de los Intercesores en el Cielo
“Solo piensa acerca de lo que esto significa: Todo Su trabajo de salvación se sigue llevando a cabo en el Cielo, así como en la tierra, en una comunicación incesante con, y en intercesión directa con, el Padre, que es el Todo en Todo. Todo acto de gracia en Cristo ha sido precedido por, y debe su poder a la intercesión. Dios ha sido honrado y reconocido como Su Autor. En el trono de Dios, la comunión más alta de Cristo con el Padre y Su sociedad en el reino del Padre está en la intercesión. Cada bendición que nos llega a nosotros desde el Cielo lleva el sello de Dios: a través de la intercesión de Cristo. Su intercesión no es sino el fruto y la gloria de Su inmolación. Cuando Él se entregó como sacrificio a Dios a favor de los hombres, demostró que todo Su corazón tenía el único objetivo de glorificar a Dios en la salvación de los hombres. En Su intercesión, se lleva a cabo Su gran propósito. Él glorificó al Padre pidiendo y recibiendo todas las cosas de Él.” Andrew Murray
Jesucristo esta siempre intercediendo por nosotros en el Cielo. Él ha pagado el precio para que podamos venir al trono de gracia con nuestras intercesiones y ser oídos en las alturas. Las siguientes verdades acerca de la posición celestial de Cristo debieran motivarnos a interceder:
- Él está sentado a la derecha del Padre – Él ha sido exaltado al lugar más alto, al lado de Su Padre. Debido a esto, podemos orar la voluntad del cielo para el ámbito terrenal. Cuando oramos la voluntad de Dios en el nombre de Jesús, las oraciones son oídas en el cielo donde Jesús está sentado. Ver Filipenses 2:9, Hechos 7:55, Hebreos 1:13.
- Él tiene toda la autoridad – Al nombre de Jesús toda rodilla se doblará en los cielos, en la tierra, y bajo la tierra. Él ha sido coronado con gloria y honor, y todo ha sido puesto bajo Sus pies. ¡Él puede ganar toda batalla que traigamos ante Él en oración porque Él tiene toda la autoridad! Ver Filipenses 2:9-11, Hebreos 2:7-9.
- Él ha pagado el precio para interceder – Él se humilló a Sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Se entregó a Sí mismo como sacrificio por los pecados del mundo. A la luz de este gran sacrificio, ¿no podemos nosotros entregarnos a la intercesión aquí en la tierra para Su gloria? Ver Hebreos 5:7, Filipenses 2:6-8.
- Él es el gran Sumo Sacerdote – Él ha subido a los cielos y está capacitado para entender nuestras debilidades porque Él mismo ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Podemos acercarnos al trono de gracia confiadamente en oración. Ver Hebreos 3:1, 4:14-16, 6:20, 7:26.
- Él ora sin cesar – Él vive siempre para interceder por nosotros. Él es nuestro ejemplo. La Biblia enfatiza la oración continua. Por lo tanto, debemos aprender a saturar nuestras vidas con la oración. Ver Hebreos 7:25, I Tesalonicenses 5:17.
- Él ora a nuestro favor – Él le habla al Padre en nuestra defensa como el Justo. Él es santo, sin mancha, puro y apartado. Por lo tanto, Él puede orar en nuestra defensa cuando pecamos. Ver I Juan 2:1.
“Por lo cual puede también salvar eternamente á los que por él se allegan á Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores, y hecho más sublime de los cielos” (Hebreos 7:25-26).
By Debbie Przybylski
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